Si el séptimo arte elevó los pavimentos a la categoría de mito con el camino de baldosas amarillas del Mago de Oz, València contó durante cien años con un preciado gres cerámico que creó alfombras multicolores sobre pavimentos de todo el mundo. Unos siguen luciendo en todo su esplendor, otros esperan latentes a ser recuperados. Pero todos con una identidad propia, que comparte nombre y apellidos: el Mosaico Nolla.
Tesela a tesela, década tras década, el mosaico Nolla abrió en el tránsito entre los siglos XIX y XX una senda para la cerámica valenciana desde Meliana, municipio de la huerta norte, muy próximo a València, rumbo al resto de España y del mundo.
Así se compuso, pieza a pieza, una de las referencias del modernismo valenciano. Geometrías que recibieron el nombre de Miguel Nolla, el empresario que empezó a fabricarlas en 1860 en Meliana. En su día, sus materiales y diseños hicieron del Mosaico Nolla un símbolo de distinción. El paso del tempo ha convertido sus alfombras cerámicas en joyas históricas.
Qué es el Mosaico Nolla
Las antepasadas de las preciadas teselas llegaron a España procedentes de Inglaterra, de la mano del emprendedor de Miguel Nolla, gracias a un privilegio de fabricación concedido por la Reina Isabell II de España.
Se comenzó así a fabricar en tierras valencianas la primera cerámica de altas prestaciones de España, en pequeñas piezas coloreadas de gres cerámico mate, de cuatro o cinco centímetros de lado. Se obtenían prensando arcilla pulverizada y cociéndola a más de 1.200ºC.
El Mosaico Nolla es diferente de los suelos hidráulicos, que surgieron posteriormente. Pueden parecer similares a la vista, pero su calidad y coste son menores. Son piezas compuestas por una capa de cemento pigmentado, sobre una base de cemento. Todo se prensa y se seca al aire. Con el tiempo, la superficie se pule con el desgaste.
En la fábrica, un equipo creativo diseñaba los patrones de los mosaicos y los maestros mosaiqueros se encargaban de su minuciosa colocación durante horas. Un metro cuadrado de Mosaico Nolla podía incluir unas 600 piezas.
Sus cualidades y su producción supusieron una revolución para la cerámica valenciana, de la mano del diseño y de la innovación industria. De hecho, su fábrica de Meliana contó con la primera línea de teléfono y red eléctrica del municipio.
La familia Nolla siguió al frente del negocio hasta 1920. Después, cambió de propietarios, pero su célebre mosaico siguió comercializándose hasta la década de los años setenta.
El Palauet Nolla
En las inmediaciones de la fábrica, se ubica el que actualmente es el emblema de esta joya modernista en el mundo, el Palauet Nolla. Una antigua alquería que Miguel Nolla, y posteriormente sus hijos, empleaban para exponer sus productos y mostrarlos a sus visitantes, como si de un ‘showroom’ se tratara.
Tras años pasando de mano en mano, el Palauet fue donado al Ayuntamiento de Meliana y en 2010 comenzó un proyecto de restauración que sigue en marcha en la actualidad, con el estudio Arae, especializado en patrimonio y restauración. Abrió sus puertas al público en julio de 2020.
A los pies de medio mundo
En la ciudad de València, existen numerosas posibilidades de descubrir las cualidades del Mosaico Nolla. El Ayuntamiento, el Teatro Principal, el edificio de Correos, el Palacio de la Exposición, el Mercado Central y numerosas fachadas de viviendas del barrio del Cabanyal exhiben esta joya cerámica.
En Barcelona, Antonio Gaudí se rindió a la delicadeza de estas piezas valencianas, que pueden verse en la Casa Batlló. También en la Casa Burés de la capital Condal, en el Palacio de la Magdalena de Santander y en la capilla de San Francisco de la Iglesia de Santa Ana de Triana. En Madrid, el Palacio de Villagonzalo y el Palacio de Fernán Núñez lucen estas composiciones cerámicas.
La Catedral de Buenos Aires, viviendas de París y el metro de Moscú forman parte del universo Nolla, al igual que otros espacios de Portugal, Uruguay, Chile, y Cuba.
El mosaico Nolla en la actualidad
Actualmente, no existen fabricantes de Mosaico Nolla, aunque sí restauradores como el valenciano Salvador Escrivà y un colectivo de mosaiqueros de Meliana, que continúan trabajando como lo hacían sus padres y abuelos, a la manera tradicional.
También es posible encontrar mementos que evocan el pasado de estas preciadas teselas. De souvenirs como postales e imanes que Atypical Valencia ha creado en madera y papel encolado a los broches inspirados en el ingenio de las teselas que ofrece el estudio ARAE.
El Centro de Investigación y Difusión de la Cerámica de Nolla (CIDCeN), creado en 2015, conserva varios catálogos originales de la época y un muestrario de piezas, de diseños y patrones que los maestros restauradores pueden consultar para su trabajo. Además, contribuye a corroborar la autenticidad de los pavimentos y asesora acerca de la recuperación y el cuidado de las piezas.
Mapamundi Nolla
El CIDCeN se ha embarcado ahora en proyecto nuevo y ambicioso: seguir la pista al Mosaico Nolla todo el mundo.
Dibujar un mapa digital de todos los espacios cuyos suelos o superficies estén recubiertos de esta centenaria cerámica valenciana, en una plataforma multimedia abierta y participativa. La iniciativa cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y de València Capital Mundial del Diseño 2022 y con el asesoramiento del estudio ARAE. Para, así, rastrear y fijar todas las coordenadas del Mosaico Nolla, 150 años después.
Fotos: Arae Patrimonio y Visit València.